Diciembre
es el mes en que están todos al palo queriendo hacer lo que no hicieron en los
últimos 11 meses y piensan que el 1 de enero su vida va a quedar resuelta.
Hacen listas, las deshacen, piensan en dónde pasar las fiestas, con quién, qué
comer, compras, gritos, gente en el centro, mucha gente, más gente. ¡¡Aahhh!!. Los
cierres de ejercicio de las empresas, locura, apuro, estrés, salidas, comida,
bebidas, alikal para relajar, trasnoche y pileta se suman a las tan caóticas fiestas.
Pero, ¿qué es lo bueno de esta época? Sin repetir y sin soplar digo: Mi Pobre Angelito 1 y 2, esas excelentes películas que costearon las drogas de Macaulay Culkin, el pan dulce con chips de chocolate y el exceso autorizado por los mayores.
Se hicieron las doce y papá noel te dejó un bombachón rosa y 100 pesos, o sea nada. Comienza la maldita pirotecnia y todos los perros la empiezan a pasar muy mal, los corchos salen despedidos directo a tus ojos, y si tenés mala suerte te pega uno y te casás.
En fin,
comer lechón y ensalada de frutas sumado a la ananá fizz sin alcohol puede ser
sumamente radioactivo. Si tomen no manejen. Si quieren ver luces cómprense un
telescopio. No coman en exceso. Disfruten que se acaba el mundo. Oremos.
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